miércoles, 10 de agosto de 2016

- Capítulo 11- 2° Parte.

- Suenas en mi cabeza como si fueses una canción puesta en repetir -

Los disparos del exterior cada vez se oían más fuertes.
Comenzamos a ponernos nerviosos.
Me asome con precaución desde una ventana y contemple el panorama. La verdad, era buen sitio del que observar la calle, teníamos un amplio perímetro de visibilidad.


"Madre mía que alto" - El vértigo se hacía un poco de notar pero apenas me importaba.


Un grupo de unas cinco personas corrían calle arriba por la avenida principal. Lo que no se daban cuenta era de lo que se les venía encima.  Cuanto más intentaban defenderse a base de tiros más llamaban la atención de los asquerosos muertos.
Todos guardábamos silencio, nos daba miedo hasta respirar. Gruñidos y golpes se abrían paso por las escaleras y puertas para llegar a ese grupo de escandalosos.


"Menuda se les venía encima" - Yo seguía observando cuidadoso desde la ventana.


"Estaban perdidos" - oleadas de muertos se aproximaban hacia ellos, acorralandolos, llevándose a una muerte segura.


Un grito sordo de una de las chicas puso fin a la carrera y a los disparos. Esos monstruos comenzaron a abalanzarse sobre esos chicos sin piedad y sin remordimientos, despiezandolos y sacándoles las vísceras y entrañas poco a poco.


- Joder. - se escapó de mi boca sin reparo. Sara se levantó de la silla, apoyó la mano en ni hombro y cerró la cortina, dejándonos más a oscuras de lo que estábamos.


Mientras tanto fuera seguian oyéndose los desgarradores gritos y los gemidos de esas bestias.


- Es tarde deberíamos descansar. - dijo Sara


- Sí, deberíamos, yo haré la primera guardia échate un rato. - Contesté
- Vale, solo media horita y me despiertas.


- De acuerdo enana.


La deje dormir, aguante un par de horas y media y la desperté con delicadeza, tiene mal carácter. Al principio se enfadó un poco pero se le pasó.
Me recosté en el suelo y en breves caí rendido. Soñé, Soñé con ella todo lo que pude.


(Recuerdo)


"Se apartó el cabello del rostro hacía un lado, se puso el cigarrillo en la boca y lo encendió, dio una profunda calada, expiró y me miró con la cabeza ladeada, se inclinó hacía atrás y se apoyó en el cabezal de la cama, recogió las piernas y  puso su mano izquierda entre ellas agarrando el pliegue de mi camiseta negra, se volvió a acercar el cigarro a la boca y sin dejar de mirarme dio otra calada.


-¿En qué piensas cuando me miras?- me dijo levantando ligeramente la barbilla.
Desvié la mirada de sus piernas, crucé mis manos por detrás de mi y me apoyé en la pared mirando al vacío.


-En las ramas de un árbol arañando una ventana, en el silencio de la noche cuando no puedes pegar ojo. En el eco de unos zapatos en una calle oscura y solitaria. A veces en nada.-


Apartó su mirada, puso la yema de sus dedos en los labios, dio otra calada al cigarro y bajó su mirada a sus piernas.


-¿Y cuando no me ves?- cayó ceniza a la cama, y con la punta de su dedo índice empezó a jugar con ella.


-Cuando no te veo no puedo pensar en otra cosa que en ti- la miré. Miré sus carnosos labios, sus ojos, siempre invasivos con esa mirada misteriosa. Miré su hombro por el que se asomaba el comienzo de uno de sus tatuajes, sus piernas, la forma en la que se hundía la cama alrededor de su cuerpo, la sombra que proyectaba estirándose sobre las sabanas, su dedo trazando círculos sobre ceniza... su boca.


-¿En qué piensas cuando haces el amor conmigo?- detuvo su dedo con el que jugaba con la ceniza, volvió a mirarme.


-Es en el único momento en el que no puedo pensar- contesté antes de volver a mirar sus  ojos.


-Me acabas de decir que cuando me miras, a veces no piensas en nada- dijo cerrando ligeramente los ojos.


-Es que incluso la nada adquiere condición cuando te miro, pero cuando hago el amor contigo mi mente desaparece y solo están tu cuerpo y el mío y cientos de emociones errantes viajando en todas direcciones agitándose hasta llegar a la superficie escapando de mi piel- volvió abrir los ojos, y sin apartar su mirada dio una calada al cigarro, lanzó el humo lentamente hacía mi, como si me disparase con una cerbatana.


-¿Y si desapareciese y nunca más volvieras a verme?


-No soy capaz de pensar en eso, pero seguramente te pensaría cada día, te imaginaría en todos los labios que besara, en todas las pieles que acariciara, te vería en todos los ojos que mirara, hasta que no pudiese más y enloqueciera, perdiéndome en una niebla espesa de la que nunca podría salir hasta que no te encontrase, llamándote constantemente y oyendo a mi eco decir tú nombre una y otra vez.-


Dio una última calada al cigarro y lo echó dentro de la copa de vino que había en la mesita. Irguió su espalda, apoyó sus manos por detrás de ella y me miro intensamente con esos penetrantes ojos azules.


Me acerqué a la cama y la besé. No volvió a preguntar nada.


Se quedó dormida en mis brazos. La miré, y no podía pensar en nada. Esa nada que invade todo mi caótico mundo interior cuando la miro, ese escenario de mi mente en el que todo se diluye menos ella. La única razón por la que no enloquezco. Algunos lo llaman amor, yo lo llamo caos, donde todo es desorden excepto ella."



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