lunes, 29 de septiembre de 2014

-Capítulo 10-

- Luna llena de sangre -


El sol rallaba el horizonte, la oscuridad empezaba a crecer tan rápido como el miedo en nuestros corazones. Decidimos escabullirnos hasta una de las aulas mayores del piso superior para pasar la noche ya que jugarse la vida no era una opción y necesitábamos dar descanso a nuestros lastrados cuerpos.
En el interior del aula la tranquilidad reinaba, pero aun así había que asegurarse de que estábamos solos.


Me dispuse a mirar en los  cajones buscando algo util que pudiesemos usar como arma ya que en la zona donde estaba no habia gran sitio donde poderse esconder. Abría un cajon tras otro sin encontrar nada... Solo pinceles, tizas y trapos...


Un estruendo. Un fuerte grito ahogado llegó a mi desde el fondo de la clase. Me giré y ahi estaba. No me lo creia, me costó reconocerla, Irene, una chica genial, amable y perfecta compañera convertida en una bestia desfigurada... Se abalanzo sobre Ivan, al cuello a su cara, mordiendole, desgarrandole su tostada piel. La sangre salia hacia todas direcciones, manchando a cualquiera que se encontrase cerca. Salia a borbotones como una cascada, miestras él forcegeaba y gritaba. Nada agradable a la vista. Pasó tan rápido...

Fede empapada de  sangre, golpeaba con ira la cabeza de la criatura con una grapadora sin conseguir nada. Sólo recuerdo sangre, gritos, ivan tendido en el suelo y el sonido de mi martillo partiendole la cabeza a esa cosa en la que se habia convertido Irene.


Silencio. Gruñidos en la escalera. ¡No podía ser!. Se había liado tantisimo jaleo que nos habían oido y subian impulsibamente por las estaleras refuerzos de bestias sedientas de una carnicería. 


Corrimos, apenas veíamos, solo gracias a unos tenues rayos de luz que entraban por los ventanales.


 De las escaleras llegaban los primeros gruñidos y los primeros  golpes. Lidia  Diego y yo golpeábamos a los que primero llegaban empujándolos por las escaleras, aunque no servia de mucho, solo ganábamos tiempo. Alba y Guio buscaban la forma de poder entrar en la clase de al lado, Marina y Fede se escondían en la otra clase. 


Un golpe tras otro, asi durante una larga media hora hasta que consiguieron abrir la puerta del otro aula. Al abrir nos ayudaron a acabar con los cinco caminantes que tirábamos una y otra vez por las escaleras y ya tranquilos nos dispusimos a recoger las cosas y trasladarnos a la otra clase, la cual parecía más tranquila ya que estaba cerrada.


Cruzamos el umbral de la clase donde Marina y Fede estaban y nos dispusimos a coger las cosas e irnos, pero cantamos victoria demasiado pronto. 
Ivan, o esa cosa, en la que de nuevo otro de los nuestros se había convertido, llacia encima de Fede, a la cual había desgarrado sin piedad tal y como habían hecho con él. 


Sin embargo Marina con ayuda de un destornillador había terminado el sufrimiento de ambos atravesando sus craneos, pero por el contrario su sufrimiento no habia terminado. Un mordisco, en su tobillo.


Nos miraba, se miraba, embadurnada de sangre, sabia que iba a pasar....










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